lunes, 17 de marzo de 2014

Las filosedas y yo

                                                    Filosedas © Ladybug

Nunca me he caracterizado por tener buena motora fina. Y eso de las manualidades la verdad nunca fue mi fuerte. Simplemente no tengo paciencia.
Lanas y filosedas siempre me atraían por sus colores (y la palabra fi-lo-se-da) pero hasta ahí. Tres fueron los proyectos de bordado (que yo recuerde) una florcita ínfima en un mantelito, una bota navideña en fieltro con lentejuelas y una abuelita con lentejuelas y relleno de espuma que nunca terminé... simplemente no pude.
Nunca aprendí a tejer, como soy zurda todo lo hacía al revés y nunca pasé de la "cadenita".
Ahora, coser si me gustaba más, yo lo veía más práctico, eso de hacer patrones era casi como geometría, las medidas, los dobleces, cortar y ensamblar... ahí sí estaba como calcomanía detrás de mi mamá. Me encantaba que me hiciera ropa e ir a ver "figurines" a la tienda a La Gloria.
Así que para cosas prácticas sí tengo algún conocimiento: pegar un botón, hacer un ruedo, remendar, armar muñecos si quisiera, ah y aprendí a usar la máquina. 
Cuando realmente me di cuenta que de algo servía lo que había aprendido fue una vez que una compañera no sabía qué hacer con un tirante de una blusa que se le había zafado y yo: -"Es solo un par de puntaditas" -"Ay pero yo no sé coser". En dos minutos se lo arreglé.
La verdad viéndolo bien, no soy tan inútil y puedo salvar la tanda si algo se descose. Ya eso es bastante. Vaya dígale a las chiquitas de ahora que enhebren una aguja...