martes, 15 de febrero de 2011

Amsterdam hace un rato...

                                                                 Amsterdam 02 de enero de 1993


A mis 15 años nunca había salido del país. Bueno un par de viajes a Panamá, más que todo a la frontera. Pero así lo que se dice viajar, viajar, no.

Iba para Francia a un intercambio y oh, grandiosa idea, la de la profesora que dirigía el grupo de 30 estudiantes: hacer parada en Amsterdam un par de días, para conocer. Después de casi 20 horas de vuelo en un Douglas DC10 de KLM y por $60 más que nos costó el hotel Ibis, llegamos por fin a tan esperado destino, al otro lado del Atlántico.

Llegando no más y tour nocturno. Podrán imaginarse las caras de los 30 quinceañeros/as y recién graduados/as de 5to año, cuando nos enteramos -con nuestros propios ojos- de lo que se trataban las muy conocidas vitrinas en esa ciudad.

Cuando paseábamos por las calles, -a plena luz del día también- nos encontrábamos con decenas de SexShops que ponían en sus puertas tarjetas postales con fotos y motivos eróticos, como quien pone aquí en las tiendas de souvenirs las tarjetas de los volcanes, playas, tortugas e iguanas.
 
Aclaro de nuevo, estamos hablando de principios de 1993, aquí en Costa Rica era prácticamente imposible encontrar algo así, no existía pero ni la menor intención de que una tienda de estas se abriera aún.

Me acuerdo también que Magaly, una de mis compas del colegio que iba con el grupo y quien fue mi compañera de habitación me dijo: "yo no sé usted, pero yo no me pienso quedar aquí en el hotel"

Esto porque nos quedamos dormidas, cuando supuestamente, teníamos que despertarnos a las 8:00 am para ir a hacer un tour. 10:27 a.m. No se me olvida la hora. ¿Después de ese viaje tan cansado quién lo iba a lograr? Todos, menos nosotras.

La cosa es que salimos del hotel -par de inocentes quinceañeras- con todo el miedo del mundo, después de habernos metido en el desayuno equivocado, hacia el centro de la ciudad, agarrando la misma ruta de la noche anterior en el metro. Algo diferente se debe ver de día...

Pues sí, los vagones del tren están un poco distintos... Más confortables... "Señoritas, están viajando en primera y sus tiquetes son de segunda clase" ¡Oh, oh! Pero como ya casi nos bajábamos la boletera nos lo dejó pasar. Claro quien sabe qué cara de pollitas teníamos...

Y terminamos de conocer un poco la ciudad, nos recibió la nieve -que nunca había visto yo- los ríos congelados con chiquitos en patines de hielo y trineos, las bicicletas amarradas en los puentes, la estación del tren, el muelle y por supuesto, ¡más SexShops!

De Amsterdam solo tengo un par de fotos, no sé si porque no tenía "rollo" o porque ¿qué fotos iba yo a llegar a enseñar a mi casa de todo lo que habíamos visto?

lunes, 7 de febrero de 2011

Las medias de Bea

Tienen no sé cuantos años... 15 o 16 tal vez. Me las pongo regularmente y combinan bien con mi ropa. Me las dio Bea para un cumpleaños y todavía no las boto porque me encantan. Son de esos regalos que a uno le matizan desde el principio y que le recuerdan a la persona que se lo dio cada vez que lo usa.
Yo particularmente me acuerdo de Bea como mi compañera y amiga del colegio, vacilona y sonriente. A la cual la vida le ha puesto muchas pruebas, pero su fe y su perseverancia la han convertido en una mujer fuerte, que algún día publicará un libro con todas sus experiencias de vida.
De Bea aprendí muchas cosas, especialmente a tomarle el gusto a la poesía y la escritura. Se puede decir que fue ella quien me animó a escribir y a utilizar la tinta y el papel (o ahora la compu) como una forma de sacar las emociones y liberarse de todo eso que a uno le aprieta el pecho. Funcionó. Y desde entonces no he dejado de escribir -aunque los tiempos han cambiado, blogs incluidos- y aquí me tienen escribiendo en un iPod y dedicándole un post a quien fuera mi mejor amiga en los últimos años del cole y que hace poco volví a ver después de muchos años.

domingo, 23 de enero de 2011

Había una vez un gato...

Me acurruco en mí misma, alrededor de mi corazón y oigo su latir que se confunde con un eco que viene a mi mente. Ligeramente escucho la voz de mi madre, no la de ahora, la de hace años, más joven y clara... Había una vez un gato, con la lengua de trapo y las patas al revés ¿Quiere que se lo cuente otra vez...?

Y con este cuento pretendían dormir a una criaturita que en su mente  incansable no paraba de imaginar todas las posibilidades con las que  podía venir ese gato: las patas al derecho, un cascabel, cinco patas, la lengua de fuego...
Pues aquí está mi nuevo blog, con relatos de nunca acabar. Sin un orden específico y a como me vaya acordando iré contándoles cientos de historias que me han sucedido una única vez; lugares, viajes y personas maravillosas con los que me he encontrado en la vida. 

Algunas son anécdotas muy simples, otras son de esas historias que "solo a mí y a Condorito nos pasan", pero que nunca puse en ningún diario.

¡Que las disfruten!