jueves, 25 de octubre de 2012

El Cardamomo y su sabor

                                                                          Flamenco en el Cardamomo

Pues como ven, por Cardamomo no me refiero al condimento, sino a un bar flamenco en la calle Echegaray en Madrid. El flamenco ha sido una de las mayores pasiones de mi vida y cuando estuve estudiando en España pasaba metida en ese bar, que sí que me gustaba. Sin duda de los mejores momentos que viví.
En Madrid ha confluido el arte flamenco, en todas sus expresiones y hay muchos tablaos, como Casapatas o El Corral de la Morería; pero en todos cobran por entrar, e incluyen un "tapeo" mientras uno disfruta de un espectáculo bien montado, con muy buenos artistas. Por lo general quienes asisten son turistas, porque eso de estar pagando 20 o más euros por espectáculo no era algo que una estudiante como yo pudiera darse el lujo...
¿Qué hacer entonces? Resulta que después de cierta hora los artistas (sí, los mismos que estaban en Casapatas)  llegaban a tomarse algo, tocar y bailar al mejor estilo "jam session" en Cardamomo, que por supuesto no cobraba entrada y ahí era donde me encontraban prácticamente todos los fines de semana (y a veces entre semana).
Muchas veces iba sola porque ninguno de mis amigos en Madrid se entusiasmaba tanto como yo con el tema, pero entonces ya los bartenders me conocían y me invitaban mi tónica Schweppes; y también me hice compa de los del sonido.
El ambiente daba gusto. A veces ponían música que iban mezclando entre flamenco, salsa y son cubano y la gente que se ponía a bailar esos ritmos en su versión "aflamencá" y yo que me moría de la risa viendo... Pero cuando iba con mis amigos Colombianos les enseñábamos cómo era la cosa.
Al lugar llegaban gitanitos de pura cepa, con sus trajes impecables y zapatos blancos, siempre matizados con la música haciendo palmas y repicando de repente con un zapateao. Y cuando menos se lo esperaba uno se podía encontrar con algun artista flamenco más reconocido: Moraito Chico, Tomatito, Sara Baras, Antonio Carmona y los Ketama fueron algunos de los que llegué a ver por ahí, además de otros talentos emergentes de ese mundillo.
Solía conversar con el Piraña y Sabu Porrina, dos hermanos, ambos percusionistas, ahora más famosos que en ese entonces, porque han hecho giras con Paco de Lucía y El Cigala. Ve vos...
Algunos años después regresé a Madrid y por supuesto volví al Cardamomo (sola, una vez más) a ver como estaba la cosa. Esa noche me encontré con gente distinta y unos gitanitos me dijeron que iban a seguir la fiesta en "La Candela" y me apunté...  con tal de que uno los invite a un trago estos le hablan de lo que sea... Después de una velada flamenca tradicional con mucho turista, seguimos con el "after party" y ahí me encontré de nuevo al (ahora) famoso Sabu que me invitó a una peña privada en la cava del mismo lugar.  Era un sótano húmedo, un poco frío. La gente comenzó a llegar y a acomodar las sillas en círculo. Éramos unas 15 personas. Guitarras, música, palmas. Venga "Califa"! (¿Quién diantres es el "Califa"?)
Y ahí estaba yo, una completa extraña, a las 4 de la mañana, en una cueva llena de gitanos, los jóvenes y también los tíos veteranos, tocando guitarra y cantando con toda su tradición e historia familiar, legítima, no la que se muestra al público en un escenario, no lo ensayado y colorido que se ve en los tablaos comerciales. Era el oscuro y profundo lamento del arte flamenco tal y como surgió en un principio. Inspirado, improvisado. Todo un privilegio.


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